Tomás de Aquino. San
       [946](1225-1274)

 
   
 

   


  
   La historia le conoce con el título de "Doctor angélico" y como "príncipe de los escolásticos" por la sutileza, la erudición y la magnitud de obra. Fue hombre sencillo y místico. Sin embargo, se lazó a una obra monumental que resultaría referencia obligada de toda la Teología cristiana hasta nuestros días.

   1. Vida

    Nació en la noble familia de Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia). Siendo niño una rayo mata a su hermana pequeña a su lado, quedando él ileso.
    Estudió en el mo­nasterio benedictino de monte Cassino, donde fue llevado muy niño por sus padres como "oblato", pues sus familiares pensaban que podría llega a ser Abad. Luego pasó a la Universidad de Nápoles.
    Contra la voluntad de su madre, que le tuvo retenido algún tiempo en el Castillo familiar, y del cual logró huir, ingresó en la Orden dominica cuando todavía no había concluido sus estudios en Nápoles.
    El año 1245 viajó a París para continuar su formación. Estudió con el científico y filósofo de su Orden Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248 cuando éste fundó allí un Estudio General de la Orden y fue elegido para el Obispado de Ratisbona. Allí se familiarizó con Aristóteles a través de las traducciones y comentarios árabes.
    Era reservado y profundo, silencioso y modesto; sus compañeros, cuenta la leyenda, le llamaban "buey mudo", mereciendo la profecía de Alberto Magno de que "sus mugidos se oirían en todo el mundo."
    Ordenado sacerdote en 1250, pronto se dedicó a las clases de la Universidad de París, donde obtiene la venia docendi, a pesar de las oposiciones de sus ya prematuros adversarios.
   En 1256 ya explicaba cátedra de Filosofía. Sus primeros escritos son sumarios y explica­ciones de cátedra.

   2. Escritos

   Su pensamiento sistemático quedó consignado en diversos documentos, muy pulidos, sistemáticos y reflejos de una mente privilegiada.

   2.1. Sus primeras obras.

   Fue anuncio de su importancia posterior.  Fue los "Scripta super libros Sententiarum" en 1256, con comentarios a las sentencias de Pedro Lombardo, y algunas "cuestiones disputadas" que recogió en obras rigurosas como en "De veritate". En 1256 obtuvo el doctorado en Teología en la Universidad de París. El Papa Alejandro IV, que ocupó la silla pontificia desde 1254 hasta 1261, le llamó a Roma en 1259, como consejero y profesor en la Curia.

   2.2. Orientación definitiva

   En 1268 volvió a París, donde sus controversias con Siger de Brabant y otros seguidores de Averroes le proporcionan reputa­ción de erudito y profundo. Fue la puerta que le impulsó abandonar la línea tradicional agustiniana y platónica y adherirse al sensorialismo aristotélico.
   El valor que da a la razón y a los sentidos le enfrentó con otros maestros de la Universidad. Alentado por la autoridad de San Alberto Magno se lanzó decidido por este camino y produjo una convulsión, no tanto en los ámbitos de la Universidad, en donde su método riguro­so de exposición y su inmensa erudición asombraban a sus seguidores, sino en la marcha de la Filosofía a la cual trasfirió su metodología contundente.
   Trató de armonizar las verdades de fe con la experiencia sensible. Acogió la verdad allí donde se hallara, por ejemplo en los Arabes como Averroes, el comentador de Aristóteles, aunque atacó duramente a los que se apoyaban en el pensador para promover un sensorialismo cercano al materialismo.
   Con sus aportaciones Tomás construyó un pensamiento nuevo, preferentemente aristotélico, pero sin rechazar la verdad que encontró en Platón y en la línea agustiniana más defendida por los franciscanos.
   Elaboró una Teología nueva, separando lo que es razón pero partiendo de ella. Explicó con sutileza de genio los misterios cristianos con la nueva terminología como en las verdades y misterios que sólo pue­den conocerse por la fe en la Revelación: Trinidad, Encarnación, Redención, etc.

   2.3. La cumbre de su Teología

   Preparó en este tiempo su mejor obra filosófica "Summa contra Gentiles" entre 1261 y 1264 y algunos de sus escritos, como "De unitate intellectus contra averroístas" (1270). Pero su mente de genio se centró en la extraordinaria e inacabada "Summa Theologica" en la que trabajó entre 1265 a 1273.
   Llamado por los Superiores dominicos, dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica en la Universidad. Humilde en extremo, rechazó los honores que le ofrecían: Abadía de Montecasino, Obispado de Nápoles, púrpura cardenalicia.
   Delicado con sus Hermanos, como atestiguó su fiel secretario y escritor de sus borradores Fray Reginaldo, tuvo tiempo para los gestos y las relaciones fraternas más exquisitas. Y también se entregó con amor a la predi­cación sencilla en lengua vulgar sobretodo en los tiempos cuares­males.
    Vivió para la ciencia y para la docencia con verdadera pasión y amor por la verdad. En Marzo de 1274, viajó hacia Lyon, llamado por Gregorio X, para ser teólogo del Concilio convocado en esta ciudad.
   Sin tiempo ni salud ya para el regreso, solicitó asilo en la Abadía cisterciense de Fossanova. Allí falleció el 7 de Marzo de ese año de 1274.
   Más tarde sería canonizado por el Juan XXII en 1323 y proclamado Doctor de la Iglesia por Pío V en 1567.

 

  

   

 

   3. Su método y su estilo

   Su figura quedaría en la Historia como la del gran teólogo, sistemático y abierto a todos los temas y corrientes.
   Su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, sería su gran aportación a la Historia del pensamiento.
   Su gran obra, la "Summa Theologica", es un tratado sistemático y admirablemente trabado. Organiza su pensamiento en varias sección (posiblemente siete), de las que sólo tuvo tiempo de escribir dos y parte de la tercera.
    -  Cada parte tiene un número variables de cuestiones claves y unitarias.
    -  Cada cuestión está organizada en artículos simples y homogéneos.
    Cada artículo se redacta en "tres partes" coherentes.
        a) Opiniones sobre el tema;
        b) Doctrina propia y comentario
        c) Respuesta a las opiniones anterior
   Entre los temas así estructurados, su erudición le lleva a tratar los más vivos y discutidos del momento: existencia y demostración de Dios, las virtudes, la Iglesia, la autoridad, etc.
   Además de la riqueza del contenido, es el método riguroso el que verdaderamente impresiona y durante siete siglos influye poderosamente en la Iglesia.
   Creó una síntesis filosófica y teológica insuperable, partiendo de los conceptos y términos de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y de otros Padres de la Iglesia, de Averroes y de otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Salomón ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Esta síntesis la llevó en la línea de la Biblia y con el más exquisito amor a la doctrina católica.

4. Su influencia

   El éxito de santo Tomás fue inmenso; es la figura que más ha influido en las fomulaciones cristianas en todos los tiempos. Aunque el racionalismo del siglo XIX se enfrentó con sus planteamientos de forma despectiva, la Iglesia, a través del Papa León XIII con la encíclica “Aeterni Patris” (Del Padre eterno, 1879), se inclinó decididamente por ella para todas las escuelas católicas.
   El Papa Pío XII, en la encíclica “Humani Generis” (1950), declaró su metodología y filosofía como la guía más segura para la doctrina católica.
   Muchos de los intelectuales modernos, como Jacques Maritain y Étienne Gilson, le consideraron mentor de su pensamiento social y religioso.
   Además de su claridad y rectitud de doctrina, Sto Tomás de Aquino siempre ha representado en la predicación y en la catequesis los mejores valores del hombre moderno: el orden y la claridad en la exposición, la solidez en las argumentaciones y en los temas.
   La presentación de cada cuestión armoniza el discurso erudito y documentado con la persuasión de fe que supone que Dios ha revelado y el hombre debe investigar usando la razón pero con la mente puesta en la Palabra divina. La fe ardiente y tierna cuando de las cosas divinas se trata, lo que más admira en sus escritos y sobre todo en lo que de él ralataron sus biógrafos. Pero él mismo lo refleja en algunos de sus escritos más expresivos, como es el texto de la Liturgia del "Corpus Christi", a él atribuido.   (Ver Suma Teológica)